Hoy es 1 de Diciembre y en España nos hemos levantado con temperaturas bajo cero. Nada que ver con los 28 grados de los que disfrutan ahora en la isla de Palawan.
Imaginas despertarte, abrir los ojos, extender la mano y comprobar que estás en una cama enorme, y unos rayos de sol entrando por tu ventana, por la que si levantas un poco la cabeza puedes llegar a ver el mar desde la cama.
Un mar en calma de color azul claro en la orilla y un azul oscuro en el horizonte. No se oye ningún ruido, sólo el carrito del "room service" del hotel que pasa por delante de tu puerta de camino a alguna habitación a llevar el desayuno, seguramente de una pareja "honeymooner" que no tiene ninguna intención de bajar al restaurante.
Restaurante repleto de croissants recién hechos, panecillos calientes, zumos de todos los sabores más exóticos que te puedas imaginar, arroz cocinado de todas las maneras posibles y un olor a café recién hecho que despierta todos tus sentidos.
Sentidos que terminarán de desperezarse una vez apoyes tu primer pie en la arena blanca de la playa, tan fina como el azúcar y tan suave como la seda vietnamita.
Y no os estoy hablando de Vietnam, sino de la isla paradisíaca de Palawan.
Si queréis huir un poco de las aglomeraciones y el turisteo de Boracay, que ya tiene mucho nombre y demasiadas infraestructuras turísticas, vuestro destino en Filipinas es Palawan, más en concreto la playa de Nagtabon, un secreto que muy pocos conocen y visitan, a pesar de estar sólo a 40 km de Puerto Princesa.
Me recuerda un poco a las playas de Menorca, en las que para llegar a las mejores tienes que andar algunas incluso más de media hora, pues aquí igual, unos 8 km que también podéis hacerlo en bici, moto o triciclo con una recompensa que merece la pena...
Espero haberos llevado por unos minutos a la calma y tranquilidad de sus playas. Recordad: leer y viajar mucho, os transportará a sitios increíbles.